viernes, 19 de abril de 2013

Cáritas


  
Cuando se siembra en buena tierra, siempre
se recoge una buena cosecha.
 
 
 
Hay una serie de católicos, gente normal,
que no quieren protagonismo alguno, pero que quieren cumplir
con el principal mandamiento de Dios:
"Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a ti mismo".
 
Es, sin duda, el Mandamiento de la Ley de Dios
que más nos cuesta cumplir.
 
Esas personas "corrientes", intentan en su día
a día, cumplir con este Mandamiento lo mejor
posible. Trabajan, ayudan, se esfuerzan, aconsejan,
protegen, animan, luchan, y ante todo aman
a su prójimo y lo hacen por su amor a Dios.
Esta gente "normal y corriente" son los
voluntarios de Cáritas.
 
El  emblema de Cáritas está compuesto por
cuatro corazones. 
Tres de un mismo tamaño  y el último mayor.
Uno significa la Iglesia, otro
 la asistencia social a través de los trabajadores,
el tercero los voluntarios y el mayor, que es
el cuarto, nuestros hermanos más desfavorecidos.
 
¿Cómo se trabaja en Cáritas? A través del corazón,
del sentimiento, del amor a Dios y...al prójimo; por ello
son cuatro corazones los que realizan su logotipo, pero
además, los cuatro corazones se unen en el centro
formando la Cruz; estos corazones no tendrían ningún sentido
si la presencia de la Cruz, todos unidos por el
amor y por el sacrificio que Dios Hijo realizo por
cada uno de nosotros y que por "Amor" fue crucificado.
 
En el emblema va incorporada también
la palabra Cáritas, que significa en latín Caridad,
 entendiendo la caridad como la oportunidad
de darle a nuestro hermano,
la libertad para que pueda salir de esa esclavitud
que a veces es la pobreza. Enseñarle como salir
de ella y hacerle responsable para que pueda
seguir caminando solo y libre.
 
 
 
El voluntario de Cáritas es esa persona
que da lo que tiene: su vida, su tiempo. Se da él
a los demás. Él quiere ser testigo presencial
de la sonrisa de un anciano cuando se le visita en
las Residencias, donde nadie va a verle.
 
Ver esas arrugas en los rostros de los transeúntes, 
que por los avatares de la vida de ir
y venir sin rumbo fijo,
 se han marcado cómo los surcos en la tierra al paso del arado.
Ver esa cara limpia sin el polvo del camino,
esa ropa limpia, esa comida caliente y esas sabanas blancas.
Ver, que al menos por unas horas o unos días, puede descansar,
y tiene un hogar para poder dormir.
 
El voluntario de Cáritas es testigo que gracias
a proyectos  concretos, hay gente que se desintoxica,
y les ve salir de ese pozo negro donde se habían metido.
Además asiste,  a las primeras sonrisas y palabras de
los pequeños de la familia, en los Jardines de Infancia
o en las Guarderías.
 
Y el voluntario de Cáritas sirve como notario
para dar fe de lo que la buena gente
entrega como donativo para  que se le entregue 
al prójimo mas necesitado.
El voluntario es el intermediario, entre el que
da y el que recibe en las Acogidas.
 
El voluntario de Cáritas sufre cuando ve las miserias
de este mundo, pero sobre todo ama , y eso suple
su angustia, su dolor o su impotencia.
 
Su amor a Dios y al prójimo es lo que le hizo
voluntario y esa es la base para que se mantenga fuerte
y quiera seguir adelante ayudando a los demás.
 
 
 
 
 
 
 
Un pensamiento: El amor verdadero, ni tiene distancia,
ni tiene fronteras, ni tiene miedo.
 
 
 
 
 Juan 6, 52-59
 
<...El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna...>
 
 
 
 
 
 
¡Feliz día, amigos!