domingo, 9 de febrero de 2014

La sal de la tierra





 
Evangelio según San Mateo
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»




 
Coloquio amoroso
 
Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?
Alma, ¿Qué quieres de mí?
  Dios mío, no más que verte.
 Y ¿Qué temes más de ti?
    Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿Qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.
 
 
 - Santa Teresa de Jesús-




                                 ¡Feliz domingo, amigos!