sábado, 23 de noviembre de 2013

Tolera a los malos

 

El Evangelio

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: -Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.-
Jesús les contestó: -En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.-
Intervinieron unos escribas: "Bien dicho, Maestro."
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.


 
 


San Agustín:

Aprueba a los buenos, tolera a los malos y ámalos a todos.

Así como toda carencia es desgracia, toda desgracia es carencia.

Conócete, acéptate, supérate.

Cuanto mejor es el bueno, tanto más molesto es para el malo.

Dios lo que más odia después del pecado es la tristeza, porque nos predispone al pecado.

Dios, que te creó sin ti, no te salvara sin ti.

Donde no hay caridad no puede haber justicia.

La ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan.

Nadie niega a Dios, sino aquel a quien le conviene que Dios nos exista.





                                           ¡Feliz día, amigos!