Sábado Santo


                                        La espera
                                        

El Sábado Santo es el día de la "espera" y del silencio.
Los discípulos saben que el Maestro ha muerto
y la incertidumbre les invade. Y  ¿ahora qué sucederá?
Sienten miedo, tristeza, indignación,
pero sobre todo se sienten solos. El Maestro murió y
les había dicho que siempre estaría con ellos.
¿Habrá olvidado sus palabras Jesús?
¿Acaso les pasará a ellos lo mismo que a su Maestro?
Es un día de preguntas, de miedos y de soledad.

La Iglesia está hoy, también, en esa espera y guardando silencio.
Los cristianos estamos solos, estamos vacios,
notamos la ausencia; pero al contrario de los discípulos, 
en nuestra espera no existe la incertidumbre,
sabemos con seguridad que Jesús vuelve para estar 
con nosotros. No se olvido de sus palabras.
Él siempre cumple, los que fallamos somos
nosotros.

Los cristianos estamos de duelo,  estamos velando
la  muerte de Jesús; situados a la entrada de su
sepulcro, pero con la esperanza de su Resurrección.

María recuerda las palabras de Simeón cuando, junto con
José, llevaron a Jesús al templo de Jerusalén: 
"Este niño está destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel; será signo de contradicción, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Y una espada traspasará tu alma" (Lc 2,34-35).

¡Los apóstoles dudan, la Virgen no!
Ella ha visto azotar a su hijo, ha escuchado los insultos,
ha visto como todo el pueblo judío se volvía contra Él
y le repudiaba, y como los romanos se han lavado las manos;
está sufriendo el dolor inmenso de madre,
pero confía en Dios, y sabe que Jesús es su Hijo,
y que al tercer día resucitará.

Este día es de reflexión, es para mirar en nuestros
corazones y sacar todo lo que nos haga daño.
Es hacer resurgir de nuevo nuestra fe y que se haga mayor
la luz en nuestro interior.


Fotografía: Palermo     María J.



                                            Vigilia Pascual


Comienza el sábado, antes de las 24,00 horas,
se espera la llegada del Señor y para que nos
encuentre despiertos, portamos velas encendidas.

La Vigilia Pascual tiene cuatro pasos diferenciados:

-Lucernario:  Se comienza este Oficio
con la iglesia a oscuras. Los feligreses
junto a los sacerdotes, salen al exterior y se hace fuego
 y se bendice, y en él se enciende el Cirio Pascual,
que lleva puestas las dos letras griegas: ALFA,
en la parte superior y OMEGA en la parte inferior,
es decir, el principio y el fin de todo. El Cirio
lleva una cruz y el año en curso. Desde ese Cirio
se reparte el fuego a los asistentes a la Vigilia Pascual.
Se pasa al templo cantando con la luz de las velas:
"Luz de Cristo", se contesta: "Demos gracias a Dios"
así sucesivamente hasta que el sacerdote llega al altar.
Se coloca el Cirio Pascual al lado del altar o del ambón
y se entona el Pregón Pascual.

- La Palabra: La liturgia de la palabra viene a
continuación, toda ella basada en el Antiguo Testamento.
Se mezclan también algunos Salmos. En esto participan
algunos fieles y los sacerdotes.

- El Bautismo:  Se bendice el agua y renuevan
las promesas del Bautismo. El sacerdote vuelve a rociar
agua bendita sobre el Cirio Pascual.


- La Eucaristía: Comienza la Misa con la liturgia
eucarística. La iglesia tiene todas las luces encendidas.
El Señor ya está de nuevo con nosotros.
¡ Aleluya, Aleluya!











                                  
             

                ¡Feliz Pascua de Resurrección, amigos!



         Y al tercer día resucito y subió al Cielo
        y está sentado a la derecha del Padre.










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