domingo, 2 de febrero de 2014

La Candelaria





Evangelio según San Lucas

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: -«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

 


La Candelaria
 
Es el día que el Niño Jesús es presentado en el Templo, tal y como establecía la Ley del Antiguo Testamento; pero también se conoce esta fiesta por el día de la Luz o de las candelas.
En muchos lugares, la misa de la Candelaria se celebra a oscuras y los asistentes encienden las candelas, o velas, para iluminar el templo.
 
Desde el siglo XV la fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria se celebra en Tenerife, y es desde el archipiélago canario desde donde se traslada, por sus emigrantes, esta tradición a muchos países hispanoamericanos. 
 
Son muchas las poblaciones  que celebran la fiesta de la Candelaria, a la caída de la noche se encienden hogueras y la gente come, bebe y baila, alrededor de las mismas.
 


 
 

Para ti, madre:

  • A una madre se la quiere siempre con igual cariño, y a cualquier edad se es niño, cuando una madre se muere.
      José Mª Pemán


  • La más bella palabra en labios de un hombre es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía.
       Ernest Bersot 






                                                     ¡Feliz domingo!