jueves, 3 de abril de 2014

Doy testimonio





Evangelio según San Juan 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»



                                      EL  AMOR

El amor no da nada sino sí mismo y no toma nada sino de sí mismo.
El amor no posee, tampoco es poseído;
Porque el amor basta al amor.
Cuando tienes el amor no debes decir que «Dios está en mi corazón» sino mejor, «yo estoy en el corazón de Dios».
Y no pienses que puedes dirigir el rumbo del amor, porque el amor, si te cree digno, dirige tu rumbo.
El amor no tiene ningún deseo sino realizarse.
Pero si amas y tienes que tener deseos, que estos sean tus deseos:
Derretirse y ser como un arroyo corriente que le canta su melodía a la noche.
Saber el dolor de demasiada ternura.
Ser herido por su propio entendimiento del amor;
y sangrar de buena gana y alegremente.
Despertar al alba con un corazón alado y 
dar las gracias por otro día de amar;
descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis del amor;
volver a casa por la tarde con agradecimiento;
y entonces dormir con un rezo para el amado 
en tu corazón y una canción de alabanza en los labios.


                                    Gibran Jalil Gibran 


                                                  
                                                        ¡Feliz día amigos!