miércoles, 30 de abril de 2014

Dios ama al mundo




Evangelio según San Juan

Dijo Jesús a Nicodemo:
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas según Dios. 





Sobre los sueños


Los hombres despiertos no tienen más que un mundo pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo. 

Heráclito

Un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto

William Shakespeare

Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado. 
Thomas Jefferson

Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: el despertar.
Antonio Machado

La esperanza es el sueño del hombre despierto.
Aristóteles 

                          ¡Feliz día amigos!

martes, 29 de abril de 2014

Venid a mí




Evangelio según San Mateo 

En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mí yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»




Sobre la humildad
No, realmente yo no soy sencillo, pero amo tanto la sencillez que me asombro.  
San Francisco de Sales

Quiero vivir y morir en el ejército de los
humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, 
con la santa libertad del obediente. 
Miguel de Unamuno

La modestia se parece a las estrellas, que cuanto
más buscan la oscuridad en el cielo, más brillan.
Jose Selgas y Carrasco


Cuando no hay humildad, las personas se degradan.
 Agatha Christie

Para llegar al conocimiento de la verdad 
hay muchos caminos: el primero es la humildad, 
el segundo es la humildad y el tercero, la humildad.
San Agustin

                                 ¡Feliz día amigos!


lunes, 28 de abril de 2014

Nacer de nuevo






Evangelio según San Juan

Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío.
Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.»
Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.»
Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?»
Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»


                          

                       
                "El día de los cuatro Papas"


                                               Juan XXIII


                                           Juan Pablo II
                                  
  Benedicto XVI

                                             Francisco


                            Momento histórico
  y sucedío un 27 de Abril de 2014
   en la Plaza de San Pedro, 
en el Vaticano, Roma.

¡Feliz semana!







domingo, 27 de abril de 2014

Dos Santos



Evangelio según San Juan 

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. 
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» 
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» 
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espiritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» 
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» 
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» 
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» 
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» 
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» 
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» 
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.


Dos grandes hombres, 
dos grandes Papas...



Juan XXIII
Nacido en Sotto il Monte en Italia en 1881,
en el conclave de 1958 fue elegido Papa, 
hasta el año 1963 que muere.
Sus encíclicas, "Madre y Maestra" en 1961 
y "Paz en la Tierra" en 1963, fueron dos grandes 
documentos para orientar a la Iglesia en el mundo actual.
Pero su mayor trabajo apostólico fue, sin duda alguna, 
convocar el Concilio Vaticano II, llegándole la muerte 
cuando solo se había pasado la primera etapa del mismo.
Su mayores virtudes fueron, según quienes les 
conocieron, el servicio y el perdón.





Juan Pablo II

Nació en Wadowice, Polonia, en 1920 y fue proclamado 
Papa en 1978 y ha sido uno de los pontificados más 
largos de la historia, duró 27 años. Fue aclamado como
uno de los lideres más influyentes del siglo XX. 
Lucho contra el marxismo y mejoro las relaciones con 
las otras iglesias. 
Se le conoce por el Papa Viajero; durante su papado
visito 229 países. Hablaba 13 idiomas.
En 1981 tuvo un intento de asesinato en la Plaza de 
San Pedro, mientras saludaba a los fieles allí 
congregados y posteriormente tuvo otro en Fátima, 
la noche del 12 al 13 de Mayo de 1982, aunque éste
no se hizo público hasta después de su muerte.
Su mayores virtudes, amigo de los jovenes y de los
niños, se puso a nivel de calle y de las multitudes.


                                   ...Hoy son Santos

                                              
 ¡Feliz día amigos!







sábado, 26 de abril de 2014

Dos Papas santos






Evangelio según San Marcos

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.»



Subir a los altares

Juan XXIII y Juan Pablo II


Este próximo domingo tendrá lugar en Roma
la canonización de dos grandes Papas, 
Juan XXIII y Juan Pablo II, el primero, considerado 
como el Papa Bueno y el segundo como el Papa
Viajero. Dos formas muy distintas de llevar 
las llaves de la Iglesia, pero una misma forma de transmitirla, la santidad. 
Dos hombres que han dejado una profunda huella
durante sus respectivos papados. Hombres amados, 
admirados y respetados, no solo por los católicos, 
también por los agnósticos. 
El domingo, día de la Divina Misericordia, 
ostentarán el más alto de los rangos que puede 
obtenerse en la Iglesia y en la vida de un cristiano, 
el de ser santos y serán subidos a los altares, 
por otro gran Papa llamado Francisco.



      

                                  




                                    
                                       ¡Feliz día amigos!

viernes, 25 de abril de 2014

Es el Señor


Evangelio según San Juan 

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces.
Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.




                                 Dos ángeles

      
No tengo sólo un ángel
     con ala estremecida:
       Me mecen como al mar
mecen las dos orillas
el ángel que da el gozo
y el que da la agonía,
el de alas tremolantes
y el de las alas fijas.
Yo sé, cuando amanece,
cuál va a regirme el día,
Si el de color de llama
o el color de ceniza,
y me les doy como alga
a la ola, contrita.
Sólo una vez volaron
con las alas unidas:
El día del amor,
el de la Epifanía.
¡Se juntaron en una
sus alas enemigas
y anudaron el nudo
de la muerte y la vida!



                                                    - Gabriela Mistral -



                                       ¡Feliz día amigos!

miércoles, 23 de abril de 2014

Paz a vosotros





Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis? ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»



Foto: Mergonsa ©
                           

                          Me encanta Dios

Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A Él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos. 

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a Él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida 
-no tú ni yo- la vida, sea para siempre. 

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes. 

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes! 

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble. 

Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento. 

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja. 

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy. 

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. 
Que Dios bendiga a Dios.

                                       - Jaime Sabines -




                                        ¡Feliz día amigos!

martes, 22 de abril de 2014

¡Maestro!





Evangelio según San Juan 

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»



 El viaje definitivo


Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; 
y se quedará mi huerto con su verde árbol, 
y con su pozo blanco. 

Todas las tardes el cielo será azul y plácido; 
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario. 

Se morirán aquellos que me amaron; 
y el pueblo se hará nuevo cada año; 
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado, 
mi espiritu errará, nostalgico. 

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol 
verde, sin pozo blanco, 
sin cielo azul y plácido... 
Y se quedarán los pájaros cantando. 


-Juan Ramón Jiménez-



¡Feliz día amigos!



lunes, 21 de abril de 2014

Alegraos



Evangelio según San Mateo

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon 
a toda prisa del sepulcro; impresionadas y 
llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. 
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos.»
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo: «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido.
Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.






                              ¡Oh Cristo!

Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; 
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia 
sin que yo me angustie y llore; 
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias, 
¡oh Cristo! 

En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser 
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya 
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, 
¡oh Cristo! 

¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes. 
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas. 
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia, 
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros, 
¡oh Cristo!


                                    
       
                                      -Amado Nervo-





                                    ¡Feliz día amigos!

domingo, 20 de abril de 2014

¡Aleluya, aleluya!



Evangelio según San Juan

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.





                               ¡Jesucristo resucito!

La cruz está sola y el sepulcro vacio. 
Jesucristo ha resucitado. 
En la cruz ha portado todos 
y cada uno de nuestros pecados. 
Por ellos murió.
 Hoy ha resucitado para abrirnos 
las puertas del cielo. 
¡Aleluya, aleluya!




¡Feliz Pascua de Resurrección!




   
             




sábado, 19 de abril de 2014

La muerte



Día de espera
Es la transición de la muerte, 
el vacio, 
y la Resurección, 
la esperanza.








Ver en todas las cosas
del Espíritu incógnito las huellas;
contemplar sin cesar


                          en las diáfanas noche misteriosas,

la santa desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.

Mientras, amarlo todo... y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en el áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.

Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.

Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: "Ven a mí: soy el Camino,
la Verdad y la Vida.



                                                         
    -Amado Nervo-



                                                     ¡Buen día!

viernes, 18 de abril de 2014

Está cumplido




Pasion y muerte de nuestro
 Señor Jesucristo
 según San Juan



 En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
 «¿A quién buscáis?»
 Le contestaron:
 «A Jesús, el Nazareno.»
 Les dijo Jesús:
 «Yo soy.»
Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
 «¿A quién buscáis?»
 Ellos dijeron:
 «A Jesús, el Nazareno.»
Jesús contestó:
 «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»
Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
 «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»
La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
«¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
 Él dijo:
 «No lo soy.»
Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:
 «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»
Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
 «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
Jesús respondió:
 «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
 Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
 «¿No eres tú también de sus discípulos?»
 Él lo negó, diciendo:
 «No lo soy.»
 Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
 «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
 Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
 «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
 Le contestaron:
 «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
 Pilato les dijo:
 «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
 Los judíos le dijeron:
 «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»
 Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
 «¿Eres tú el rey de los judíos?»
 Jesús le contestó:
 «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
 Pilato replicó:
 «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
 Jesús le contestó:
 «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
 Pilato le dijo:
 «Conque, ¿tú eres rey?»
 Jesús le contestó:
 «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
Pilato le dijo:
 «Y, ¿qué es la verdad?»
 Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
 «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
 Volvieron a gritar:
 «A ése no, a Barrabás.»
El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
 «¡Salve, rey de los judíos!»
Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
 «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»
 Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color purpúra. Pilato les dijo:
 «Aquí lo tenéis.»
 Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
 «¡Crucifícalo, crucíficalo!»
 Pilato les dijo:
«Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
 Los judíos le contestaron:
«Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»
 Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
 «¿De dónde eres tú?»
 Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
 «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»
 Jesús le contestó:
 «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»
 Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
 «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»
 Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
 «Aquí tenéis a vuestro rey.»
 Ellos gritaron:
 «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
 Pilato les dijo:
 «¿A vuestro rey voy a crucificar?»
 Contestaron los sumos sacerdotes:
 «No tenemos más rey que al César.»
 Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
 «No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos."»
Pilato les contestó:
 «Lo escrito, escrito está.»
 Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
 «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
 Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
 Luego, dijo al discípulo:
 «Ahí tienes a tu madre.»

 Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
 «Tengo sed.»
 Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
 «Está cumplido.»
 E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.




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